martes, junio 28

Palabras más, palabras menos


Escribir es descubrirse al mundo sin pudor aunque esto no significa que sin temor, de ellos, los lectores, a quienes no siempre se les podrá complacer y tal vez en algún momento quieran destrozarte por no tomar en cuenta cada uno de sus gustos y la crítica constante por no haber ocupado aquella palabra exacta que para ellos hubiera quedado mejor; y aunque suene contradictorio, siempre esperare por sentir ese esperado temor que me hace apreciar lo bello de escribir, sino fuera así, ¡que aburrido sería entonces!


Hay quienes dicen que quien no escribe no deja huella, yo la verdad no sé si escribo para dejar huella, es más ni siquiera estoy segura de que en este momento alguien este leyendo o que haya llegado hasta este párrafo,  aunque sí acepto y doy gracias por aquellos lectores fieles que me siguen y en quienes gusto por dedicarles mis palabras, aunque también escribo para encontrarme a mí, para conocer y reconocer a quien está dentro de mí a quien mis audífonos no me deja escuchar. 


Por lo pronto mis ideas vuelven a acomodarse después de unos cuantos desajustes y agradables resbalones, que son parte de mi juventud, que aunque no me estará acompañando los próximos mil años seguro sí una buena parte de mi vida, sé que no pasara en balde y me dará muchas sorpresas, así que quiero estar ahí para recibirlas.

viernes, junio 24

Sintiendo sin sentirlo

Septima Parte


Don Joaquín por su parte se encuentra regañando a Lauren porque hace el mismo desorden de siempre al querer arreglar sus cosas, cuando en su escritorio aun con papeles y libros amontonados sabe el lugar exacto en donde está, pero también se encuentra un poco molesto porque no ha podido hablar con Susell aunque sí la ha visto todos los viernes desde el último en que la invito a su casa, pero no ha podido hablar con ella porque un tipo corpulento pasa siempre por ella.

Él último viernes en que la vio, decidió seguirlos, claro que no igualaba sus pasos porque la edad no lo permitía pero por suerte no fueron está vez muy lejos y pudo notar que entraron a una casa vieja y descuidada, en la parte de atrás había una enorme ventana y las cortinas estaban arañadas así que podía ver con perfección lo que pasaba. Y qué más podía pasar con dos personas de su edad a esas horas de la noche. Pues sí exactamente lo que vio Don Joaquín.

Habían hablado apenas tres palabras, cuando ella se colocó de frente a él seduciendo mostrando sus defiinidas piernas y tocandose el cuerpo, Rafael sin dudarlo le arrebata rápidamente la pequeña blusa blanca apretada a su cuerp, Susell sonríe y sus senos salen al descubierto incitando a seguir el juego y de pronto Don Joaquin decide retirarse con las imágenes en su cabeza pero no pensando mal de Susell pero sí teniendo muchos sentimientos encontrados.

Dos personas en una.

Sexta Parte


Han pasado ya varios viernes, este sino mal recuerdo sería el cuarto en que no se ha sabido de Susell, pero los dias no se rinden y este viernes se deja mostrar mejor que nunca. El día amaneció más temprano y luce un color amarillo con un enorme sol que se deja asomar resplandeciente dejando que los rayos iluminen con perfección al primer rostro que se encuentren a su paso; es la hora en donde la belleza de las personas se muestra con mayor distinción, la piel se nota más tersa y el buen humor se asoma aunque sea por un rato, sí pasearas por las calles de esta villa de san Cristóbal seguro entonces lo podrías entender; con forme marcas más el paso se deja ver un desfile de sonrisas tímidas y miradas perdidas que buscan una buena dirección.


Aun lado en donde el mundo se nota con vida y gallardía se encuentra Eleonor no Susell, que aunque tienen el mismo cuerpo no comparten los mismo movimientos ni sentimientos y ni una sabe de la existencia de la otra, pero por ahora es Eleonor. Está vez se despertó más temprano y de buen humor aunque con un dolor de cabeza pero nada que no puedas soportar, además es algo muy común en ella.


Se encuentra en la frutería escogiendo las mejores cosechas de la temporada, y de pronto detrás de ella le saluda Rafael, ya les había platicado de él, ella lo reconoce pues es su psicólogo y le regala una bella sonrisa. –Nos vemos en la cita de las 5- quitó la mano de su hombro y lo vio partir sin quitarle la mirada, iba de traje y lentes directo a su consultorio para atender a sus pacientes.


Eleonor se dirige a su casa con una sensación de nervios, al llegar como siempre busca en su buzón y cómo es costumbre la correspondencia esta en el suelo pues se le ha olvidado arreglar bien ese buzón, aunque no le interesa mucho, para ella es divertido saber que las cartas nunca están en el mismo lugar, así que las recoge y va directo a su casa en donde también trabaja pues ella tiene ahí su tienda de antigüedades lo cual le apasiona porque piensa que los recuerdos entran en la plusvalía, aunque nunca van alcanzar el verdadero valor.