sábado, noviembre 5

Aquella figura


Ahí está... ¿qué no la vez?

Comienza con desnudar sus pensamientos como lo haces con su cuerpo arropado, despacio y poco a poco, siendo sigiloso por momentos y en otros con desenfreno; recorre cada espacio, cada rincón, cada vereda, domina su sabor, reconoce el olor, mide cada segmento. No hay titubeos, no hay fallas  no hay tiempo que perder.

Siente aquella boca, esos labios rojos, esas texturas, ese grosor, el sonido que emiten una vez que entran en conexión; sin duda no olvides aquellas risas, aquella mueca de enojo, de tristeza, de timidez, y por favor recuerda las palabras sinceras, pero también  las mal intencionadas, las  provocativas y sutiles, es más vuelve a provocarlas, una vez más.

Vuelve con tu agilidad y absorbe los instintos que la acechan, ignora y desecha todas aquellas falsas ilusiones ajenas a una realidad, de los que hablan y no dejan respirar, de los que siguen y no dejan caminar; comienza a dudar, abre un poco más los sentidos, no te confundas, no la escondas mejor aún encuéntrala, reconócela.

No es falso lo que sientes, no hagas montones pensando que así habrá algo seguro, antes bien dispersa un poco de lo mucho que la observas y quizás entonces recordará el camino en el que iba, y vuelvan a moverse tan agiles como siempre.

viernes, noviembre 4

Otro más


Parte 12


Ya era muy tarde, no había manera de hacer más… No podía sacar de su mente la imagen de Rafael entre sus sabanas, pero esta vez  no como en las otras ocasiones,  en donde quedaba totalmente dormido tras un exhaustivo movimiento de cuerpos como solían acostumbrar, no había más, Rafael murió en aquella habitación.

¿Qué puedo decir? Pues que no era tan vil como parecía, reconozco que era un hombre letrado, con buenos modales y con una forma muy agradable para cualquier vista, él, amable con los desconocidos pero cruel con los pocos que lo querían, ese era Rafael y aún  con su arrogancia y vanidad nunca se quedaba solo, siempre tenía con quien pasar una buena noche;  era totalmente injusto, decía Fidel, su amigo desde la secundaria.

Ahora que lo menciono Fidel parecía seguir mucho a Rafael, fueron amigos por mucho tiempo, de hecho lo salvo de muchos problemas, hasta que se cansó y terminaron peleados y hasta con golpes justo una semana antes de su muerte repentina, lo cual lo colocó como sospechoso, pues muchos sabían de su relación y de su última pelea.

No tenía elección lo hicieron pasar y declarar, mientras entraba veía a una mujer que se le hizo conocida, aunque no podía recordarla lo único que vio fue que hablaba mucho y no paraba de señalar a la pobre de Eleonor, quería protegerla y llevársela lejos, la amaba en secreto y no se inmuto cuando se enteró de la muerte de Rafael.

Rafael hacía sus fechorías y era un hombre con muchos problemas, declaró Fidel,  no le importaba arruinar matrimonios ni herir a sus relaciones, no buscaba nada en especial ni se encaprichaba de nadie. Hasta que llegó a su oficina una mujer con belleza singular, ojos grandes, cabello lacio y de vestido no tan corto pero no tan largo como para no dejar apreciar sus piernas, sí ella, Eleonor.

Él la acechaba, yo la veía pasar como es costumbre a la florería de la señora que acaba de salir, a sí, Doña Socorro, yo era su vecino y de hecho la cafetería está justo a un lado de su tienda de antigüedades, Rafael iba cada mañana a mi cafetería y salía a buscar a Eleonor, casi siempre trataba de acariciar más de lo que ella le permitía yo siempre iba en su auxilio, no creo que Eleonor haya hecho algo, y si lo hizo bien merecido lo tenía, aunque ¡aclaro!  Podría asegurar que Eleonor no lo hizo le pusieron una trampa y creo saber quién fue.
                                                                                                                    

miércoles, noviembre 2

Despertando



Despertar es querer diferenciar al último sueño que se recuerda con lo que observas justo después de abrir los ojos; preguntarse qué día es y alegrarse porque es domingo; levantarse con movimientos retardados y dirigirse al lugar donde no hay inhibiciones, en donde  se desviste al cuerpo con lentitud pareciendo acariciarse mientras desabotonas  las prendas que te esconden para entrometerse sin siquiera pensarlo entre el agua que cae y el piso.

Es percatarse de las gotas heladas que caen sobre el cabello, resbalándose ágilmente y escurriéndose entre la  piel, cayendo una por una y cada vez con mayor rapidez, sintiendo aquellas gotas que más que gotas parecieran navajitas que cortan sin herir y que en un momento se vuelven agradables sobre la piel. No hay más que una reacción de escalofrió recorriendo la espalda, suave y curvada, derramando en ella agua helada que cae hasta en los tobillos.

Es salir y tomar entonces una taza de café, espiar al vecino y de paso observar por la ventana para notar el tono de la mañana, desear un beso, es todo , es recordar que puedes sentir.

martes, noviembre 1

Confesiones



Abandoné a mis letras, a mis deseos, a lo que me hace sentir… confieso que por un momento creí necesario apartarlas de mí; pero el dejarlas a un lado fue tan cruel, mis letras, aquellas que se acomodan para mí en bellas estructuras, ahora  se han escondido;  ya no se pasean, ni recorren mi cuerpo como lo solían hacer, acariciándolo hasta estremecerme. Parece ser que me olvidaron.

O habré sido yo,  y es que, en cualquier momento aún en el menos esperado, aún cuando otro tipo de deseo me aglomera y me hacen ceder, ellas aparecen en mi cabeza, ellas quieren salir y yo con una gran agilidad, huyo de ellas. Sí, así como lo dije, yo huí.

Y es que cada vez que veía una pila de hojas sueltas en mi librero, temor me daba, ahí estaban esperando ser rescatadas, releídas y hasta quizás recicladas, pero son tantas las palabras que se aglomeran que el miedo por haberlas dejado tanto tiempo me separaban de ellas, ya ni siquiera recuerdo que hay escrito, no quedaba más que estirarse un poco con un movimiento un tanto contorsionista para alcanzarlas del enorme librero, y es cuando las veo, hurañas y polveadas, sin un fijador que las sujete, no se cayeron, no se arrugaron;  Sí, esperaban por mí.

Sé que mis letras me han de entender, que son tan sabías y me conocen tanto que aun saben que todo lo dicho no implica ni una pequeña parte de la verdad, pero aún así sé que ellas no me abandonan, porque soy yo quien no se atreve a abandonarlas.

Sin rodeos he de decir que nunca deje de escribir, los montones de hojas ya estaban llenos, pero no me atrevía a acercarme al buzón, no era porque dejara de escribir, o mis letras se hubieran olvidado de mi, había algo más.

Cuando comencé dije que espero a alguien inesperado porque a quién invite, tal vez no llegue y me entristezca por su ausencia y por eso creo que es mejor a quienes llegan sin aviso, porque ellos me han de sorprender y aun será mejor que haberlos estado esperando. Sí, a ti en especial te he dejado una nota.

Querido lector, te conozco o talvez no, pero las letras nos unen tus palabras que con tanto asombro leo es quien me hace conocerte y tu a mí, te estoy relatando con un poco de palabras, lo que veo, lo que siento y mis deseos, jamás te he de hablar de amor porque es tan común querer retomarlo pero tan complicado describirlo y pretendo no meterme aún en problemas, en cambio me gusta hablarte de erotismo, de la vida misma, pero eso ya lo sabías, son mis confesiones y falta una  más, tuve temor sí, pero no de las hojas sueltas o de que mis letras no se quisieran acomodar más para mí.

Y lo diré en pocas palabras,  no regresaba porque no sabía cómo, porque no sabía si el lector entendería  mi ausencia o si aun quisiera revisar mi buzón, pero sé que estarás ahí, en algún momento lo leerás y entonces y sólo entonces mis palabras y yo tendremos porque sonreír; porque es mi esencia y escribo porque me gusta, porque no hay reglas (sólo las ortográficas) pero hay más que eso, hay vida, hay razones,  una sola…las letras.

sábado, agosto 20

Sólo un sueño


Eran si acaso mis treinta y más años cuando lo vi embarcar, todos ya lo sabían, ese sería mi último día que lo vería caminar con desdén; y ¡claro! su cabello desaliñado ya no volverá, era de suponerse, pero... ¿por qué ellos que ni lo conocieron pudieron deducirlo? Y yo que le abrochaba el saco cada mañana no lo supuse, ¡vaya! Quizá debí abotonarlo mejor, es lo más seguro, eso fue, por eso se marchó.


Pero que ingratitud, hasta el viento mismo apostó en mi contra y como una forma de enmendar su traición me acompañó a despedirlo, iba jugueteando conmigo, arrugaba mi vestido y acomodaba mi cabello, al mismo tiempo que caminaba acariciaba mis rodillas hasta llegar a mis piernas, las acorralaba, me quería seducir pero ya no accedí.

No pude ni acabar mi oración de la mañana cuando llegué hasta él y al ponerme de frente no había mucho que hacer, sólo asintió la cabeza, bajó su boina y el lente que lo acompañaba, y no dijo nada, sabía que no había palabras, pues no llevaba su red para atraparlas y siguió su camino.

No importa cuando ni quién, porque lo que fue ya paso y lo que queda es el dolor y un nombre no hace la diferencia aunque sí la de haber perdido años que no llegaron, es como si siguiera en mis veintidós y viví algo que no ha pasado, ¡que locura! ¿Pero entonces? ¿Qué fue de él? ¿Acaso sólo fue un sueño cruel que me hizo sentir un vacio insensato y una obstinación por verlo regresar?

Como sea, estaré preparada para verlo volver, y aunque no se su nombre ni edad, es más ni siquiera sé si le gusta el pay, se que llegará y entrara por cualquiera de las cinco puertas que le mandé a hacer, ¿acaso es demasiado? Lo dudo, el problema no radica en las puertas sino en mi obstinación por verlo entrar y seguramente tomaría una puerta distinta cada día y no dejará de sorprenderme a su llegada.


viernes, agosto 19

Rafael ha muerto

PARTE 11

Cruel y cruda fue la forma en que murió no se sabe con exactitud cómo fue, ni siquiera estoy segura que haya sido Susell, tal vez Eleonor pero realmente había más de uno que deseaba verlo de esa forma, para muchos no era una persona agradable, ya tenía consigo mala fama y muchos hombres lo odiaban y temían que sus parejas hayan pasado por sus sabanas, así que más de las veces que podría recordar recibía amenazas y una que otra vez peleas por las noches tras unas cuantas copas mal tomadas.

Rafael dejó su último aliento, la mañana no estaba preparada para eso, nadie en aquella calle escandalosa se imaginaría que ese tipo corpulento de figura atractiva y persona letrada, amable con extraños e insensible para los pocos que lo querían, estuviera derramando sus últimas gotas de sangre en una cama sin tender.

No había más que hacer, no había en donde ocultarlo (eso fue lo primero que paso por la mente de Eleonor) ¿qué fue lo que paso? No recordaba nada, no comprendía como él estaba ahí, sólo era su psicólogo, nunca hubo más que las terapias ¿cómo llegó a su casa? las cosas no marchan bien, el mundo se le comienza a cerrar, todo pierde color, no hay sonido sólo el silencio más cruel que ha vivido; la culpa y la desesperación la acorralan y la enredan como dos enormes cuerdas apretándola despiadadamente, estrujando su estomago y parte de su pecho; comienza a desvanecerse y pierde el control al llorar, desearía que sólo fuera un sueño, temía que ella lo hubiera hecho aunque debería recordarlo, pero ni su mente estaba de su lado no deseaba ser su defensor.

La primera persona que decidió testificar fue Socorro, señora de 50 y más años, la verdad no quisiera calcular nisiquiera me atrevería, siempre miente en la edad; Ahí se encontraba, Doña Socorro, hablando un poco de lo poco que sabía, por fin tenía lo que quería, atención y a un hombre escuchándola narrar lo sucedido, aunque dudo que supiera mucho, pero más que el deseo de ayudar era el morbo y no sentirse ignorada. Pobre mujer de poco afecto y con muchas palabras que decir.

Y así comenzó -Yo no sé quien fue pero podría asegurar que Eleonor no lo hizo o no en sus cinco sentidos, créame he sido su vecina por varios años y la conozco más que ella misma; no sé si sea relevante pero aún así lo diré, ella me espanta, juraría que sufre de cambios repentinos de conducta, pareciera dos personas en una sola, ¿suena raro?, lo sé eso mismo pensé yo.

viernes, julio 29

No es mi tinta derramada

PARTE 10


Va caminando por la acera y sus sandalias terminan por romperse, se para de golpe para arreglar el daño cuando Doña Alicia, quien iba reprendiendo a su hijo José por haber metido a su gato Arañazo en la casa del viejo Joaquín, choca con Susell (que en esa mañana ella es Eleonor) aventándola al puesto de mango de Misael quien acababa de crear a la pirámide más alta, curiosa y extrema de mangos que alguien con suficiente tiempo haya hecho, pero Eleonor termina derrumbándolas como una chuza perfecta; al caer, uno de los mangos sale disparado y golpea a Regina obligándola a tirar su paleta por el golpe.


Al ver la paleta tirada, Regina hace un gran berrinche y de nuevo comienza a llorar, haciendo que la migraña de su Madre Isabella se vea más pronunciada y así también su mal humor, que es reflejado en sus miradas con quien se le pusiera enfrente y en esta ocasión fue su esposo Rogelio, a quien se le ocurrió pasar por esa mirada, total que termina regañado por sus amoríos clandestinos que tuvo en su relación de novios que fue hace más de 5 años, Isabella camina con el seño fruncido y lo va acorralando hasta que Rogelio choca con una pirámide, no tan ostentosa pero bien arreglada de mangos, Misael (quien curiosamente traía vestigios de mango por todo su cabello) voltea totalmente molesto a reclamar por tal atrocidad, Isabella lo defiende, Regina sigue llorando, Doña Alicia acusa a la joven despeinada y todos comienzan a pelear.

Por fin llega a casa Eleonor y se hace una taza de café, se dirige a su cuarto para cambiarse de ropa y nota pintura roja sobre ella, no lo había notado porque no se veía mucho y al entrar ve a Rafael con botella en mano tendido en su cama y derramando una especie de tinta roja en el piso de madera.

En lapiz y papel

PARTE 9


No podía creerlo Don Joaquín, nuevamente aquella mujer de aspecto delicado, piel pálida pero con suficiente rubor natural y sin señas en el rostro de haber sido maquillado, de nuevo estuvo con él. ¿Qué cómo llegó? Esa era una pregunta que merodeaba por su mente, pero como la magia, entre menos sabes es mejor la actuación y no quieres otra cosa más que creerlo, aún sabiendo que hay algo detrás, pero que no resulta ser tan emocionante cuando conoces el truco; así que igual no le interesa mucho el averiguar.

Era temprano, el sol se asomaba sin permiso por la ventana, como un niño que juega a las escondidas y que de emoción no sabe como ocultarse y que su risa y la ansiedad terminan por delatar su escondite, así igual se encontraba en ese momento el sol quien al entrar, según él sigiloso, trata de esconderse en una pequeña nube solitaria, pero sus mismos rayos de sol lo terminan delatando y hacen que aquella joven comience a despertar.

El cansancio que siente Eleonor por su mala postura al dormir hace que decida estirar sus brazos, y al mismo tiempo su cuerpo en la cama sigue el mismo ritmo en sus movimientos, revoloteando su cuerpo haciéndola sentir placer por ese ritual de todas las mañanas.

Por fin despierta completamente y de lo primero que su mente se percata es del olor a gardenias que se dispersa por toda la habitación, el tan sólo sentir como entra por su cuerpo ese olor y el ver ese tono rojizo de la mañana la hace sentir tan viva, como un orgasmo, pero no sólo sentir el orgasmo sino tan hermoso como verlo; tan inexplicable, asombroso pero a la vez tan intenso como eso.

Apenas se recupera de disfrutarlo cuando observa la ventana abierta que deja ver las calles repletas de gente caminando y pasar por aquel lugar, se da cuenta que no es tan temprano y dirige su mirada hacia el reloj espantándose de lo rápido que se han movido las manecillas; así que se para rápidamente y se inclina un poco para husmear debajo de la cama y saca un baúl, lo hace un lado y saca a un gato, esperen ¿un gato? No importa, en ese momento no tenía tiempo para acariciarlo ni para preguntarse ¿Por qué un gato estaba debajo de la cama?

Por fin encuentra sus sandalias y se las pone de prisa aunque nota que han sido arañadas, no es tiempo de banalidades, pensó, seguro el gato hizo de las suyas, y salió rápido de la habitación tratando de no hacer mucho ruido, aunque su única prioridad era salir lo más pronto de ahí y responderse ¿cómo es que llego nuevamente a esa casa?, porque obviamente sabía que era de Don Joaquín pero no recordaba cómo fue que llego ahí.

Sigue caminando cuando por culpa de sus pensamientos casi cae por las escaleras, recupera el paso y baja rápidamente, está a punto de abrir la puerta cuando su nariz la obliga a buscar aquel olor de pan caliente y té de manzana servidos en la mesa. No dejaba de sorprenderse de tan agradables y coloridos olores que se percibían en aquella casa vieja, al voltear ahí estaba Don Joaquín esperándola y ella a punto de dejarse seducir por la comida en mesa reacciona por sus reflejos y voltea para darse cuenta que Lauren acaba de aparecer en la puerta, así que sale sin voltear atrás y con las mejillas sonrojadas por la pena.

martes, julio 19

Lamento decirles que esta bloguera comienza a perder la razón... se ha enamorado

¿De quién? ¿cómo qué de quién?, más bien ¿de qué? es la pregunta que estas buscando, últimanente ha desvariado, le piensa en todo momento, no sale de su cabeza, la insita a probar nuevos juegos y cada vez se vuelven más profundos e insistentes, es decir, siempre le ha deseado pero ahora es la pasión  lo que la mantiene cegada, ahora solo tiene deseo de poseerlas  y es tan fuerte que ahora se ha vuelto la amante fiel que no cuestiona y se entrega sin preguntar... Gracias a mis letras quienes son mi mejor amante.

viernes, julio 15

Sólo por un viernes…

PARTE 8

¡Cómo podría olvidarte Cleotilde!- reclamaba Don Joaquín a su propio reflejo, aquel espejo tirano que lo muestra con una mirada demacrada y arrugada, sino fuera él, seguro que no lo reconocería; trata de mover sus manos entumidas y pasarlas por su rostro, quiere recorrer cada una de sus arrugas y sentir aquella piel de cartón que no se humedecerá porque ya no puede derramar lagrimas, las últimas se las regalo a su querida Cleotilde en el momento en que sus parpados cayeron; mientras frunce el ceño para mirarse con más detalle, se da cuenta que ya no queda rastro de aquel joven que llegó a ser alguna vez, un soldado corpulento y bien parecido, con manos grandes y de carácter fuerte, que con tales características podía conseguirse a la mujer que quisiera de los pueblos a los que tenía que llegar y lo hizo.

Mientras descubría sus botellas de vino que Lauren le había escondido en su desván, miraba de reojo al enorme cuadro que tenía de Cleotilde, mujer de figura discreta y delgada, realmente sin muchas siluetas, en el cuadro se muestra con un vestido muy escotado que irónicamente no dejaba ver mucho, ella de piel pálida, con cabello recogido, lo suficiente para dejar ver esos enormes pendientes de azul turquesa que caen sobre su cuello, sus enormes ojos hacen juego con aquellos aretes y su boca alargada con deliciosos labios rojos. Su belleza no era común eso era lo que le hacía tan especial, pero mientras la miraba Susell aparecía en su mente, eran tan marcado su parecido a acepción de las delineadas siluetas, pero, ¿quién se fija en eso?

Ya estaba festejando su triunfo de por fin tomar unos cuantos tragos de su olvidado vino cuando escucha toques fuertes y desesperados sobre la puerta, con una enorme molestia se acerca murmurando palabrerías sobre quien estuviera a esas horas de la noche molestando a un anciano con enormes deseos de dar un gran trago a su extrañado pero no olvidado vino. Se escucha el sonido de los cerrojos abrirse y comienza el rechinido de la puerta que no termina de cantar, porque es parada por Susell, quien rápidamente pasa y cierra sin dudar la puerta, pareciera que huía de algún malhechor.

Don Joaquín se siente asombrado y desea hacer muchas preguntas, quisiera saber quién es el hombre con quien se frecuenta en las noches o que hace en esos momentos en su casa, pero no se atreve porque no pretende preguntar más de lo que le quieran decir y lo único que le interesa es ver a Susell frente a él.

Susell se ve más pálida que de costumbre, hay un poco de sudor sobre su rostro, su cabello se ve con otro tono más rojizo y su vestido es tan corto que deja ver con permiso a sus alargadas piernas, su respiración es tan agitada que deja ver el movimiento de sus pechos y los hace más pronunciados a la vista; camina un poco y trata de calmarse y lo primero que ve a su paso es una copa de vino, va directo hacia ella, Don Joaquín sólo la observa y mira como derrama un poco sobre su boca, quisiera que ese vino no se desperdiciara.

Se acerca Don Joaquín y la acompaña con unos tragos, no hay palabras, no quiere arruinar el momento y cuando por fin él iba a decir una palabra ella con arrebato se ríe, suelta una carcajada escandalosa pero no molesta, le pide una disculpa por haber entrado así, pero no podía seguir afuera mientras Rafael estuviera buscándola como un león buscando a su presa; no quiso decir más, se veía ansiosa. Cruzo la pierna a propósito porque sabía que Don Joaquín estaba mirando, ella es una mujer que le gusta ser observada y que cualquiera note su belleza, quiere ser deseada sólo por esa noche, sólo por ese viernes.

miércoles, julio 13

Días sin nombre

Era un lunes el cual se dejaba ver más hermoso que de costumbre, el clima fresco pero no tanto para llegar a ser frio, las nubes se esforzaban por hacer figuras divertidas para quienes pasearan por ahí (aún sabiendo que nadie se detendría o perdería el camión que los lleva al trabajo o sus deberes por apreciarlas y construir sus figuras) yo sin prisa ni deseos por llegar a mi destino me detuve y pude observar un elefante de trompa muy larga que seguía a un avión, las calles se encontraban limpias y húmedas por el aguacero de la madrugada y se dejaba percibir el olor de humedad y de rosas que lo contrarrestaban y hacían un olor más suave.

Pero para Juan, el de la otra cuadra, es un día típico como cualquier otro, quien como de costumbre sufre de la resaca insensata y terca que le hace pasar por el día anterior en que los tragos  de vodka cobran su precio y no lo dejan disfrutar la llegada de aquellos lunes; así que como es de esperarse de nuevo no podrá despertar temprano con deseos de conocer este nuevo día y qué necesidad de hacerlo, no tiene por qué, ya que a sus 29 años su madre aun trata de darle todo lo que ella no tuvo de joven.

Y Juana la hija de la molinera de la casa de al lado quien se despertó desde muy temprano por las nauseas que le ocasiona su embarazo, despierta horrorizada cada mañana por el exceso de peso que sufre por disfrutar aquellas golosinas combinadas con helado, que supuestamente su futuro hijo le exige y mientras ella sigue comiendo su hermana sigue una estricta dieta que cada día se le vuelve más difícil cumplir por las tentaciones a las que termina accediendo por culpa de las golosinas azucaradas que encuentra todos los lunes en la cocina. 

Qué decir de doña Concha, quien se pasea por las calles, cada mañana a la misma hora finge ir al mandado pero se fatiga rápidamente, así que es seguro que no avance más de dos cuadras, aunque ahora que lo recuerdo esta vez llegó hasta la casa de Estela con quién se detuvo a platicar de la novela del viernes y como no hacerlo, sí está vez sacaron escenas cada vez más descaradas y sin escrúpulos según lo que pude escuchar, aunque hubiera querido escuchar más, pero me detuve; en parte, para seguir escuchando su queja sobre la juventud de hoy en día pero que inexplicablemente su morbo y recuerdos de su juventud les obliga ver. Pero también me detuve para dejar avanzar a una pareja que se acaba de reconciliar y que en la mañana tuvieron un exhausto contacto en donde sólo uno llego al orgasmo y mientras iba camino a mi destino recordé que era lunes y me pregunté ¿Alguien hará algo especial en lunes?

martes, junio 28

Palabras más, palabras menos


Escribir es descubrirse al mundo sin pudor aunque esto no significa que sin temor, de ellos, los lectores, a quienes no siempre se les podrá complacer y tal vez en algún momento quieran destrozarte por no tomar en cuenta cada uno de sus gustos y la crítica constante por no haber ocupado aquella palabra exacta que para ellos hubiera quedado mejor; y aunque suene contradictorio, siempre esperare por sentir ese esperado temor que me hace apreciar lo bello de escribir, sino fuera así, ¡que aburrido sería entonces!


Hay quienes dicen que quien no escribe no deja huella, yo la verdad no sé si escribo para dejar huella, es más ni siquiera estoy segura de que en este momento alguien este leyendo o que haya llegado hasta este párrafo,  aunque sí acepto y doy gracias por aquellos lectores fieles que me siguen y en quienes gusto por dedicarles mis palabras, aunque también escribo para encontrarme a mí, para conocer y reconocer a quien está dentro de mí a quien mis audífonos no me deja escuchar. 


Por lo pronto mis ideas vuelven a acomodarse después de unos cuantos desajustes y agradables resbalones, que son parte de mi juventud, que aunque no me estará acompañando los próximos mil años seguro sí una buena parte de mi vida, sé que no pasara en balde y me dará muchas sorpresas, así que quiero estar ahí para recibirlas.

viernes, junio 24

Sintiendo sin sentirlo

Septima Parte


Don Joaquín por su parte se encuentra regañando a Lauren porque hace el mismo desorden de siempre al querer arreglar sus cosas, cuando en su escritorio aun con papeles y libros amontonados sabe el lugar exacto en donde está, pero también se encuentra un poco molesto porque no ha podido hablar con Susell aunque sí la ha visto todos los viernes desde el último en que la invito a su casa, pero no ha podido hablar con ella porque un tipo corpulento pasa siempre por ella.

Él último viernes en que la vio, decidió seguirlos, claro que no igualaba sus pasos porque la edad no lo permitía pero por suerte no fueron está vez muy lejos y pudo notar que entraron a una casa vieja y descuidada, en la parte de atrás había una enorme ventana y las cortinas estaban arañadas así que podía ver con perfección lo que pasaba. Y qué más podía pasar con dos personas de su edad a esas horas de la noche. Pues sí exactamente lo que vio Don Joaquín.

Habían hablado apenas tres palabras, cuando ella se colocó de frente a él seduciendo mostrando sus defiinidas piernas y tocandose el cuerpo, Rafael sin dudarlo le arrebata rápidamente la pequeña blusa blanca apretada a su cuerp, Susell sonríe y sus senos salen al descubierto incitando a seguir el juego y de pronto Don Joaquin decide retirarse con las imágenes en su cabeza pero no pensando mal de Susell pero sí teniendo muchos sentimientos encontrados.

Dos personas en una.

Sexta Parte


Han pasado ya varios viernes, este sino mal recuerdo sería el cuarto en que no se ha sabido de Susell, pero los dias no se rinden y este viernes se deja mostrar mejor que nunca. El día amaneció más temprano y luce un color amarillo con un enorme sol que se deja asomar resplandeciente dejando que los rayos iluminen con perfección al primer rostro que se encuentren a su paso; es la hora en donde la belleza de las personas se muestra con mayor distinción, la piel se nota más tersa y el buen humor se asoma aunque sea por un rato, sí pasearas por las calles de esta villa de san Cristóbal seguro entonces lo podrías entender; con forme marcas más el paso se deja ver un desfile de sonrisas tímidas y miradas perdidas que buscan una buena dirección.


Aun lado en donde el mundo se nota con vida y gallardía se encuentra Eleonor no Susell, que aunque tienen el mismo cuerpo no comparten los mismo movimientos ni sentimientos y ni una sabe de la existencia de la otra, pero por ahora es Eleonor. Está vez se despertó más temprano y de buen humor aunque con un dolor de cabeza pero nada que no puedas soportar, además es algo muy común en ella.


Se encuentra en la frutería escogiendo las mejores cosechas de la temporada, y de pronto detrás de ella le saluda Rafael, ya les había platicado de él, ella lo reconoce pues es su psicólogo y le regala una bella sonrisa. –Nos vemos en la cita de las 5- quitó la mano de su hombro y lo vio partir sin quitarle la mirada, iba de traje y lentes directo a su consultorio para atender a sus pacientes.


Eleonor se dirige a su casa con una sensación de nervios, al llegar como siempre busca en su buzón y cómo es costumbre la correspondencia esta en el suelo pues se le ha olvidado arreglar bien ese buzón, aunque no le interesa mucho, para ella es divertido saber que las cartas nunca están en el mismo lugar, así que las recoge y va directo a su casa en donde también trabaja pues ella tiene ahí su tienda de antigüedades lo cual le apasiona porque piensa que los recuerdos entran en la plusvalía, aunque nunca van alcanzar el verdadero valor.

domingo, mayo 15

Como los cuentos de la abuela.


Sí, como si los estuviera escuchando salir de su boca en estos momentos y con esa entonación que le daban énfasis a esas largas historias y que atrapaban como dos grandes redes, y que yo como buena nieta amante de los cuentos, imaginaba todas esas historias. Aún recuerdo aquellas bellas princesas sin apellido ni beneficio, llenas de bondades superfluas y rodeadas de apuestos príncipes que no conocían hasta el día de la boda y para variar sin nombre, porque eso no era relevante en la historia, aunque la realidad no está muy alejada de eso; ¡claro!, sólo que ahora ya sé que no existen los dragones y no podrán engañarme con pensar que los animales quieren ayudarme a hacer el quehacer.

Además que acertada en sus fantasias, quién se podía imaginar sí no ella que algún día las personas podrían transportar fácilmente sus consolas para escuchar sus buenos boleros, sin necesidad de enchufarlos o darles cuerda o aguantar esos más de 10 kilos de pura música, con el fin de pasar un buen rato y evadir esas voces escandalosas que te acechan por tus actos, llamada “conciencia”, y que en lo personal prefiero a veces no escuchar; o bien el comunicarse con alguien sin necesidad de estar uno frente al otro y sin montones de letras estructuradas, escuchando su voz por horas y de forma no tan costosa localizándolo en donde quiera que esté a cualquier hora ¿cada quien una línea especial? Eso es una barbaridad bien lo diría mi abuela.

Entonces tal vez, yo también quiera contar buenos cuentos, con locas ideas y nietos desobedientes escuchandolas por ratos y quizas, alguien dirá como yo, ¡Igualitos a los cuentos de la abuela!




viernes, mayo 13

Sin personalidad fija

Quinta parte.


Llegó a casa, se deshizo de las zapatillas justo al entrar y se fue directo a su cama, se acostó y mientras se dejaba caer notó aquel nuevo vestido desconocido que le hacía notar curvas delineadas, comenzó a espantarse, no recordaba nada de la noche anterior es más pareciera que ni siquiera su propio cuerpo y aunque lo recorría con sus manos para reconocerlo, sólo tenía como resultado pensar en Rafael, un tipo sin escrúpulos, corpulento y bien parecido, hombre con mañas, de personalidad temperamental; cada vez que la veía se notaba su lujuria igual que se le notaba cuando veía a cualquier otra más.

Pero esta vez ella se notaba diferente, ya no tenía una mirada cálida ahora parecía que en sus ojos había deseo, necesidad de encontrarse a alguien a su paso y quería conseguirlo, así que pensó en ir a por los callejones seduciendo a los hombres que la voltearan a ver con indiscreción, tal como lo ha hecho otras veces, haciendo miradas insinuantes con sonrisa maliciosa.

Ya estaba a punto de levantarse para alistarse, cuando de repente comenzó a sudar y no era de ese mismo sudor de pasión como la que en ocasiones le hacen sentir, esta vez era de una terrible calentura que le deparaba por la lluvia del día anterior, en verdad no le gustaba estar así pues su mente delira cada vez que enferma y comienza a ver cosas que nunca recuerda a ver visto y esta vez no fue diferente. Entre su delirio se encontraba sola en la noche pero en un parpadear había un acompañante, ahí estaba Don Joaquín, rozando sus manos con las de ella para ofrecerle un pañuelo, desnudándola con la mirada al mismo tiempo que le sonreía, murmurando el nombre de Susell, -¿Me dijo Susell a mí? Yo soy Eleonor - dijo con voz temblorosa, pero nadie le hizo caso en su alucinación.

Despertó con mucho miedo, se encontraba sola como siempre y confundida como en todas las mañanas, no podía responderse como es que llegaba de la nada a su casa sin recordar a donde había estado y ni siquiera que es lo que había hecho.

Mientras tanto Don Joaquin no desayunó ni siquiera se atrevió a mirar a la mesa, aquel anciano triste y ausente, ahora tenía más vida que cualquier otra persona, pues lo que su mente se atrevió a divagar le dio ese deseo de ser hombre, recordar a la mujer que fue suya tal cual se entregaba a él, sin pudor y con deseo, en donde no había reglas mientras se tenían uno enfrente de otro, sólo buenas mañas; recordarlo fue volver a sentirlo.

Esta vez no pretendía ir a misa, no sentía deseos de asistir y dar limosna, porque los deseos que tenía no se asemejaban en nada a los que le querían enseñar, sólo quería vivir aprovechando el tiempo que le quedaba y gastar su dinero, sentía que era el momento de disfrutar, quería compartirlo y vivirlo con alguien más que su gato y su compañera Lauren, su ama de llaves, quien es una persona de semblante tenue pero muy entrometida, mujer de 40 años con muchas historias que contar, no podía estar sin hablar pereciera que era igual de importante que respirar; pero no nos detengamos en ella, nunca parará de hablar y no dirá por ahora nada relevante.

Así que Don Joaquín salió de su casa y volvió al parque en donde había encontrado a Susell, sentía esos nervios como cuando era joven, era emocionante porque son sentimientos que nunca quieres olvidar y él los estaba pasando, aunque si desesperantes porque no sabía si la volvería a ver, ni siquiera sabía si recordaría su casa ni a él, así que se propuso esperarla cada viernes en ese mismo lugar, pero ahora estará mejor preparado porque llevará consigo un paraguas por si la lluvia vuelve a hacer de la suya.

miércoles, mayo 11

Paradas sin estación


Al cerrar los ojos veo un mundo lleno de colores un tanto extraños pero deliciosos, con un sabor agrio que acompaña a un pastel con sonido, es ahí donde se me permite construir mis deseos y temores en un espacio pero sin tiempo, de igual forma nunca pueden faltar; lo extraño es que aquella fantasía no se ve tan absurda como la realidad nublada que a veces logro recordar, pareciera que me empeño por adaptarme a lo que no conozco pero sí me conoce a mí, en ocasiones es insensible y que sin avisar me regresa por ese vagón de vuelta a la absurda realidad.

Y es aquí mi parada, en donde las mañanas marcan la hora de comenzar y solo son largas sí tomas una buena taza de café, en esta realidad todo el lugar esta lleno de sabores con colores y el día da un esquisito concierto con sonidos aun sin ensayar, el día no se queda atras pues hace un espectaculo mostrando las tardes con un amarillo tenue y a partir de las seis pintan con un tono cian.

Por eso es un doble placer conocer a esta realidad inconcisa y tardia que aun no terminá y ni siquiera imagino que es lo que me prepara y aquella fantasía complaciente e indiscreta que muestra mis más excitantes deseos.



viernes, mayo 6

Entre sueños

Cuarta parte.

Una vez dentro de la casa Don Joaquín notó que Susell estaba empapada y su ropa parecía estar desgarrada, no lo había notado pues la noche misma no lo había permitido, así que se preocupó y rápidamente busco en su baúl,  encontró un vestido de botones rojos que traía consigo una vida de recuerdos, perteneció a la mujer de sus sueños y que alguna vez estuvo en su realidad, su esposa.

Susell parecía no tener interés de hecho parecía no estar ahí, tenía una mirada fría y sin dirección, se acercó al llamado de aquel anciano y tomó el vestido que le estaba ofreciendo, Don Joaquín como todo caballero salió para darle la privacidad a aquella mujer sin identidad, entrecerró la puerta y se sentó en su sofá para descansar.

En un instante cerró los ojos y cuando notó, la mujer de belleza discreta se acercó y comenzó a desvestirse frente a él, es como si ni siquiera le importara exhibir su cuerpo, tal vez y era su forma de compensar el amable gesto, pensó él, no hubo palabra alguna, sólo unos cuantos latidos de más y respiraciones continuas, se sentía más jovén y con vida igual que hace unos 63 años.

Ella estando de pie estiró sus brazos y con sus manos delgadas y largas se tomo del cuello e hizo un ligero movimiento de cabeza (parecía un masaje para liberar su alma), con sus uñas se acarició y se recogió el cabello que caía por su cuerpo, empezó a caminar por la habitación, se quitó las zapatillas una a una y subió un pie al sillón para quitarse las medias que dejaban ver sus piernas desnudas.

Nuevamente se enderezó y dejo caer su vestido desgarrado dejando al descubierto su ropa interior, con un movimiento sensual más que con el que se desvistió comenzó a botonarse aquel otro vestido, su rostro parecía más limpio y los labios parecían más rojos podría jurar que el cabello era otro, volteó con esos ojos enormes a ver a Don Joaquín y ahí fué que la reconoció apenas iba a decir una palabra cuando se escuchó el azoto de un puerta, Don Joaquín abrió los ojos y se dio cuenta que fue Susell quien salió.

Lauren su ama de llaves le explico que Susell tenía que irse y estuvo a punto de despedirse de él pero no se animó pues se notaba con un buen semblante al dormir y no quisieron interrumpir su sueño, pero a cambio de eso Susell dejó una nota.

Don Joaquín desconcertado y con una sonrisa en su rostro la abrió y comenzó a leer:

Agradezco firmemente su caballerosidad fue muy amable en tenderme la mano aún con mi mala presentación, disculpe las molestias pronto regresaré a devolver el vestido de su esposa Cleotilde, Lauren me contó mucho de ella y el parecido a mí, que casualidad supongo que no lo había notado. Se despide.

Susell

viernes, abril 29

Mi pasado en tu presente


Tercera parte.

Fue entonces cuando ocurrió el más bello e inesperado momento, no es un simple rozón de manos es reconocer el bello sentido del tacto, ¿qué tan inspirado pudo estar Dios que se esmeró en añadirnos las sensaciones en el cuerpo?, hace tiempo no se veía que alguien lo disfrutara tanto como Don Joaquín.

Susell con manos alargadas y suaves que acarician aun sin intención contra unas manos ásperas y cruelmente arrugadas que sí las miraras de cerca podrían bien contarte una gran historia, de largos caminos y duras peleas que no sólo son consecuencia de las fuertes guerras entre soldados sino de la vida misma que se empeña a derrotar al más noble de sus fieles.

Que se yo, lo que puedo denotar es el momento de unos segundos que a cualquiera, esos segundos le pudieron a ver pasado sin notarlo y ni siquiera recordarían que hicieron, ¿Quién sintió el dorso de la mano de una bella mujer el viernes a las diez cuarenta y cinco con treinta y nueve segundos? Sólo Don Joaquín, quien hubiera querido haber alargado esos segundos para retomar esas emociones que a sus 21 sintió.

Susell parecía espantada y excitada, las pupilas de sus enormes ojos la hicieron delatar, fue tanta ternura y delicadeza, el pañuelo que le ofreció estimuló su reacción, se hubiera separado rápidamente sino fuera porque aquel anciano le parecía menos ofensivo que aquel hombre que la ha hecho sufrir por tanto tiempo y por quien derramaba las lagrimas más agrias que ha tenido.

Se restregó rápidamente las lagrimas y agradeció por tan agradable gesto, Don Joaquín con intensión o sin intención (la verdad no hace mucha diferencia) la invitó a su casa, no esperaba que aceptara pero ella sin dudar aceptó, pensó él que a lo mejor quería escaparse de su realidad que importa, no podría darse el lujo de hacerla titubear así que caminaron hacía su casa con pasos firmes y piernas fuertes, sin duda un buen caminar, algo que tenía mucho que no sentía, ha de ser la emoción de que una mujer entraría a su casa después de aquella última de piel de porcelana y cabello encanecido que hace años se marchó.

El rechinar de la puerta al abrirse sonaba como un reclamo hacia aquel nuevo visitante ¡una joven con un anciano a esas horas y en esa casa!, pareciera que la casa entera no quería dejarla pasar pues se hinchó la madera de la enorme puerta y no se podía abrir muy bien pero Don Joaquín notando tan cruel calaña sostuvo fuertemente para poder dejar pasar a su delicada acompañante.


Viernes para Susell

martes, abril 19

Soledad con compañía

Le escribo a la soledad quien parece que irónicamente gusta de mi compañía, es fría y sin modales llega sin avisar y se instala en sus anchas, no hay llamada de atención o un recordatorio no le importa el momento, el punto es que llegó.

Son de esos días en donde sólo comes una rebanada de pan y el vino no está a tu disposición por que se derramó, pero aún así es el platillo del día y no hay deseos de más.

Las calles parecen más angostas que de costumbre, es más difícil mantener el paso y noto que las personas no dejan de mirar a mi dirección, ¿qué podría traer que les llame la atención?, no recuerdo haber cargado con ese sombrero abollado y aterciopelado con plumas que tanto me gusta, además es de noche, ¿acaso notaran que la ropa no combina en ninguno de los 7 colores?.

Ahora las miradas se hacen cargas de cemento y entonces mi preocupación de pensar en voz alta comienza a sonarse cada vez más, ¿acaso escucharon cuando hice un comentario sarcástico acerca de aquella pareja frente a mí que muestran quererse pero que en otra ocasión vi a uno de ellos con otro distinto y parecía más feliz?, ¿a quién trata de engañar a él o su conciencia misma?

Eso me deja notar que las noches son frias calculadoras y  oscuras para ocultar, lo contario a las mañanas que son más recatadas y conservadoras, ahora que lo pienso la noche es una gran solapadora, oculta maliciosa y cautelosamente la verdad. Tenaz y astuta pero no más que la soledad.










viernes, abril 15

Tú a mi paso

Segunda Parte.

No había mucho que esperar de la noche, ya no habían ilusiones porque mirar a los dos lados antes de cruzar aquella calle vacía y sucia, ¿para qué? sí quien él quisiera que se paseara por esos callejones sabía bien que nunca sucedería porque lo que alguna vez fue su felicidad, pronto la vida misma se encargaría de quitársela y así fue, se le fue arrebatado de sus fuertes pero en aquellos instantes débiles manos, es una historia bien sabida por muchos que lo conocen y los que no, porque esa historia no se la ha sido negada a ningún foráneo que se atreve a peguntar, pero no quiero detenerme ahora con aquella historia que es igual de importante pero que por ahora no nos incumbe dar a conocer, en su momento se escudriñaran todos aquellos polveados pero eternizados recuerdos.

Don Joaquín ahora ya un hombre de edad notoria, de galanura sin precedente por las arrugas que lo cubren tenazmente, exhausto se acomoda en una banca descolorida pues ya no podía continuar con su recorrido, las piernas que le sirvieron en aquellas largas luchas, que recorrieron miles de caminos dificultosos y nada agradables, parecieran que ahora le cobran factura por el tiempo extra que sirvieron fielmente a él, no había más que masajearse las piernas y animarlas a no quejarse y recorrer juntos los últimos caminos. Al sentirse un poco mejor quiso enderezarse pero una ráfaga de viento lo regreso a su lugar, pensó él, que la joven que lo empujó quería que se quedara a ver la escena así que sin hacer ningún ruido y aguantándose los dolores del impacto decidió esperar y descifrar por si mismo lo que pasaba.

No había mucho movimiento, sólo una joven sin rostro que lloraba, no la lograba ver por la oscuridad y porque el cansancio de sus perezosos parpados no le dejaban observar, pero no hacía falta, necesitaría ser insensible para no percatarse de su tristeza y no tener olfato para no identificar el aroma que ella desprendía de su cuerpo de violetas.

Intrigado pensó -¿Por qué derramar tantas lagrimas dulces?- fue la primera pregunta al aire que hizo y ni el viento mismo quiso responderle, pareciera que temía a dar una idea vaga por tratar de responderle a aquel viejo desganado, de mirada cansada y sin dirección. Decidido se acercó lo más silencioso que pudo no quería molestar, sólo quería ser un caballero como esos que habían en su época, no pretendía preguntar ni siquiera le interesaba saber y lo único que hizo fue extender su mano y acercarle su pañuelo, ella desconfio por un momento pero enseguida lo tomó y rozaron por un segundo sus manos.


Viernes para susell

viernes, abril 8

Viernes para Susell

Es la noche más larga que se ha visto, sí me dedicara a preguntar nadie recordaría una noche tan perfecta como esta, oscura por sí sola tanto que hace parecer que el negro es el color preferido, pintado y tallado del momento, la noche se jacta de envolverla con la luz de la luna y el sonar del canto sin ritmo de los insectos, todo es tan meticuloso y espontaneo a la vez, sólo se necesita saborear la noche para entender lo que se ve.

A Don Joaquín no le importa el tiempo que tenga que esperar por verla pasar, siempre está puntual, las horas de espera valen los segundos vividos con ella y aunque fue un caminar a su lado de hombro a hombro, es por lo que vive cada viernes, para él no hay estructura más fina que guste de ver.

¿Cómo comenzó? Es difícil de recordar, no el día ni la hora exacta en que pasó, es difícil recordar que la hizo tan especial. Su belleza es discreta, de estructura fina y gentil, rostro afilado como una navaja pero el rozarla corta sólo el corazón, labios largos y rojos como si hubiera comido una fresa y le hayan quedado impregnados en el contorno de su boca, su cabello parece no tener interés de obedecerla, juega con el viento y busca su propio movimiento; no se pierde con la noche porque ella tiene su propia luz, pálida y de voz intrigante, Susell.

Don Joaquín es un anciano de los tiempos de la revolución, el recuerda muy bien las largas batallas por las que lucharon y sufrieron sin conocer realmente las causas de ese hecho, ni para quien estaban peleando, sí era el lado correcto o sí peleaban contra el mismo pueblo y hasta la fecha se lo sigue preguntando, pero no sólo eso, sus pensamientos son largos y profundos, la vida que ha llevado no le ha sido fácil, pasea por las noches por que aún puede y necesita el respiro y el silencio que por años imploro, normalmente sale todos los días pero un viernes algo sucedió.


 

Viernes de novelas...

domingo, abril 3

Sin aviso

La vida sin emociones es como caminar con la mirada en el suelo, perdida y sin perspectiva, porque hay muchas cosas que están ahí afuera y ni siquiera me di el tiempo de ver y que triste, porque tal vez no las vuelva a encontrar, ya que sólo esperaron por mí por un momento y aunque sólo sea un regalo de un segundo sé que durará más y lo recordaré mejor que algo que espere por tanto tiempo y no pasó.
En mi derecho de réplica diré que no lo vi venir, no lo imaginé y no lo esperaba, pero nunca dije que no lo deseaba, resulta un tanto emocionante pero incierto a la vez y tal vez eso sea lo que me despierte cada mañana a las tres, aunque, pensándolo bien quizás no pase de una taza de café, pero que importa, digo lo sentí y fue una hermosa emoción.

Aún así creo que hay muchos ruidos en mi cabeza y muchos de ellos conspiran a mí favor pero otros son resistentes y se aferran a un cambio sin aviso, en pocas palabras diré que conocí a quien ni siquiera creí que tendría vida más allá de un lente es tan misterioso, extraño y desaliñado pero sin duda de personalidad urbana. Como sea estoy consciente de que duró más que lo pudo ser en mi sueño. Y si se preguntan si valió la pena, la verdad es que no lo sé y espero sea una sorpresa.

miércoles, marzo 30

Llegada

Escribo para quien decida leerme, por que a quien espere tal vez no llegue y a quien evite tal vez su inesperada visita me sorprenda, así que prefiero no ilusionarme y opto por recibir desde un extremo a la sonrisa más extraña y deliciosa que aún no he podido conocer, que a su vez sea misteriosamente atrayente aun cuando ni siquiera tenga idea de cómo es el rostro de quien me lee.

No imagino que tan difícil sea agradar a mis lectores, por que seguramente no hay más de uno, pero aunque sea solamente uno, por él y mi deseo de expresar mis tristes palabras en muchas frases, procurare desamontonar esa gran pila de ideas revueltas que habitan en mi cabeza y una vez realizado ese exhausto pero satisfactorio hecho, las acomodaré lo mejor posible para que mis palabras vayan más allá de lo que las pueda lanzar.

Misterio sobre mi no hay, soy lo que ves en estas palabras, frágiles por si solas pero cuando se acoplan hay más de lo que a simple vista se lograba ver, hechiceras en su momento y absorbentes una vez que las conoces. No busco jactarme de lo que no he logrado, mis ambiciones son tan grandes e intensas como seguro son las de miles de personas más, mis meritos apenas y los alcanzo a ver, pero que esperaba sí mi mundo apenas comienza a girar. Por si no hay más que decir mis últimas palabras las escribiré cuando tenga que hacerlo, pero para quien se encuentre del otro lado le digo que su llegada marcó mi deseo de escribir.