viernes, abril 29

Mi pasado en tu presente


Tercera parte.

Fue entonces cuando ocurrió el más bello e inesperado momento, no es un simple rozón de manos es reconocer el bello sentido del tacto, ¿qué tan inspirado pudo estar Dios que se esmeró en añadirnos las sensaciones en el cuerpo?, hace tiempo no se veía que alguien lo disfrutara tanto como Don Joaquín.

Susell con manos alargadas y suaves que acarician aun sin intención contra unas manos ásperas y cruelmente arrugadas que sí las miraras de cerca podrían bien contarte una gran historia, de largos caminos y duras peleas que no sólo son consecuencia de las fuertes guerras entre soldados sino de la vida misma que se empeña a derrotar al más noble de sus fieles.

Que se yo, lo que puedo denotar es el momento de unos segundos que a cualquiera, esos segundos le pudieron a ver pasado sin notarlo y ni siquiera recordarían que hicieron, ¿Quién sintió el dorso de la mano de una bella mujer el viernes a las diez cuarenta y cinco con treinta y nueve segundos? Sólo Don Joaquín, quien hubiera querido haber alargado esos segundos para retomar esas emociones que a sus 21 sintió.

Susell parecía espantada y excitada, las pupilas de sus enormes ojos la hicieron delatar, fue tanta ternura y delicadeza, el pañuelo que le ofreció estimuló su reacción, se hubiera separado rápidamente sino fuera porque aquel anciano le parecía menos ofensivo que aquel hombre que la ha hecho sufrir por tanto tiempo y por quien derramaba las lagrimas más agrias que ha tenido.

Se restregó rápidamente las lagrimas y agradeció por tan agradable gesto, Don Joaquín con intensión o sin intención (la verdad no hace mucha diferencia) la invitó a su casa, no esperaba que aceptara pero ella sin dudar aceptó, pensó él que a lo mejor quería escaparse de su realidad que importa, no podría darse el lujo de hacerla titubear así que caminaron hacía su casa con pasos firmes y piernas fuertes, sin duda un buen caminar, algo que tenía mucho que no sentía, ha de ser la emoción de que una mujer entraría a su casa después de aquella última de piel de porcelana y cabello encanecido que hace años se marchó.

El rechinar de la puerta al abrirse sonaba como un reclamo hacia aquel nuevo visitante ¡una joven con un anciano a esas horas y en esa casa!, pareciera que la casa entera no quería dejarla pasar pues se hinchó la madera de la enorme puerta y no se podía abrir muy bien pero Don Joaquín notando tan cruel calaña sostuvo fuertemente para poder dejar pasar a su delicada acompañante.


Viernes para Susell

martes, abril 19

Soledad con compañía

Le escribo a la soledad quien parece que irónicamente gusta de mi compañía, es fría y sin modales llega sin avisar y se instala en sus anchas, no hay llamada de atención o un recordatorio no le importa el momento, el punto es que llegó.

Son de esos días en donde sólo comes una rebanada de pan y el vino no está a tu disposición por que se derramó, pero aún así es el platillo del día y no hay deseos de más.

Las calles parecen más angostas que de costumbre, es más difícil mantener el paso y noto que las personas no dejan de mirar a mi dirección, ¿qué podría traer que les llame la atención?, no recuerdo haber cargado con ese sombrero abollado y aterciopelado con plumas que tanto me gusta, además es de noche, ¿acaso notaran que la ropa no combina en ninguno de los 7 colores?.

Ahora las miradas se hacen cargas de cemento y entonces mi preocupación de pensar en voz alta comienza a sonarse cada vez más, ¿acaso escucharon cuando hice un comentario sarcástico acerca de aquella pareja frente a mí que muestran quererse pero que en otra ocasión vi a uno de ellos con otro distinto y parecía más feliz?, ¿a quién trata de engañar a él o su conciencia misma?

Eso me deja notar que las noches son frias calculadoras y  oscuras para ocultar, lo contario a las mañanas que son más recatadas y conservadoras, ahora que lo pienso la noche es una gran solapadora, oculta maliciosa y cautelosamente la verdad. Tenaz y astuta pero no más que la soledad.










viernes, abril 15

Tú a mi paso

Segunda Parte.

No había mucho que esperar de la noche, ya no habían ilusiones porque mirar a los dos lados antes de cruzar aquella calle vacía y sucia, ¿para qué? sí quien él quisiera que se paseara por esos callejones sabía bien que nunca sucedería porque lo que alguna vez fue su felicidad, pronto la vida misma se encargaría de quitársela y así fue, se le fue arrebatado de sus fuertes pero en aquellos instantes débiles manos, es una historia bien sabida por muchos que lo conocen y los que no, porque esa historia no se la ha sido negada a ningún foráneo que se atreve a peguntar, pero no quiero detenerme ahora con aquella historia que es igual de importante pero que por ahora no nos incumbe dar a conocer, en su momento se escudriñaran todos aquellos polveados pero eternizados recuerdos.

Don Joaquín ahora ya un hombre de edad notoria, de galanura sin precedente por las arrugas que lo cubren tenazmente, exhausto se acomoda en una banca descolorida pues ya no podía continuar con su recorrido, las piernas que le sirvieron en aquellas largas luchas, que recorrieron miles de caminos dificultosos y nada agradables, parecieran que ahora le cobran factura por el tiempo extra que sirvieron fielmente a él, no había más que masajearse las piernas y animarlas a no quejarse y recorrer juntos los últimos caminos. Al sentirse un poco mejor quiso enderezarse pero una ráfaga de viento lo regreso a su lugar, pensó él, que la joven que lo empujó quería que se quedara a ver la escena así que sin hacer ningún ruido y aguantándose los dolores del impacto decidió esperar y descifrar por si mismo lo que pasaba.

No había mucho movimiento, sólo una joven sin rostro que lloraba, no la lograba ver por la oscuridad y porque el cansancio de sus perezosos parpados no le dejaban observar, pero no hacía falta, necesitaría ser insensible para no percatarse de su tristeza y no tener olfato para no identificar el aroma que ella desprendía de su cuerpo de violetas.

Intrigado pensó -¿Por qué derramar tantas lagrimas dulces?- fue la primera pregunta al aire que hizo y ni el viento mismo quiso responderle, pareciera que temía a dar una idea vaga por tratar de responderle a aquel viejo desganado, de mirada cansada y sin dirección. Decidido se acercó lo más silencioso que pudo no quería molestar, sólo quería ser un caballero como esos que habían en su época, no pretendía preguntar ni siquiera le interesaba saber y lo único que hizo fue extender su mano y acercarle su pañuelo, ella desconfio por un momento pero enseguida lo tomó y rozaron por un segundo sus manos.


Viernes para susell

viernes, abril 8

Viernes para Susell

Es la noche más larga que se ha visto, sí me dedicara a preguntar nadie recordaría una noche tan perfecta como esta, oscura por sí sola tanto que hace parecer que el negro es el color preferido, pintado y tallado del momento, la noche se jacta de envolverla con la luz de la luna y el sonar del canto sin ritmo de los insectos, todo es tan meticuloso y espontaneo a la vez, sólo se necesita saborear la noche para entender lo que se ve.

A Don Joaquín no le importa el tiempo que tenga que esperar por verla pasar, siempre está puntual, las horas de espera valen los segundos vividos con ella y aunque fue un caminar a su lado de hombro a hombro, es por lo que vive cada viernes, para él no hay estructura más fina que guste de ver.

¿Cómo comenzó? Es difícil de recordar, no el día ni la hora exacta en que pasó, es difícil recordar que la hizo tan especial. Su belleza es discreta, de estructura fina y gentil, rostro afilado como una navaja pero el rozarla corta sólo el corazón, labios largos y rojos como si hubiera comido una fresa y le hayan quedado impregnados en el contorno de su boca, su cabello parece no tener interés de obedecerla, juega con el viento y busca su propio movimiento; no se pierde con la noche porque ella tiene su propia luz, pálida y de voz intrigante, Susell.

Don Joaquín es un anciano de los tiempos de la revolución, el recuerda muy bien las largas batallas por las que lucharon y sufrieron sin conocer realmente las causas de ese hecho, ni para quien estaban peleando, sí era el lado correcto o sí peleaban contra el mismo pueblo y hasta la fecha se lo sigue preguntando, pero no sólo eso, sus pensamientos son largos y profundos, la vida que ha llevado no le ha sido fácil, pasea por las noches por que aún puede y necesita el respiro y el silencio que por años imploro, normalmente sale todos los días pero un viernes algo sucedió.


 

Viernes de novelas...

domingo, abril 3

Sin aviso

La vida sin emociones es como caminar con la mirada en el suelo, perdida y sin perspectiva, porque hay muchas cosas que están ahí afuera y ni siquiera me di el tiempo de ver y que triste, porque tal vez no las vuelva a encontrar, ya que sólo esperaron por mí por un momento y aunque sólo sea un regalo de un segundo sé que durará más y lo recordaré mejor que algo que espere por tanto tiempo y no pasó.
En mi derecho de réplica diré que no lo vi venir, no lo imaginé y no lo esperaba, pero nunca dije que no lo deseaba, resulta un tanto emocionante pero incierto a la vez y tal vez eso sea lo que me despierte cada mañana a las tres, aunque, pensándolo bien quizás no pase de una taza de café, pero que importa, digo lo sentí y fue una hermosa emoción.

Aún así creo que hay muchos ruidos en mi cabeza y muchos de ellos conspiran a mí favor pero otros son resistentes y se aferran a un cambio sin aviso, en pocas palabras diré que conocí a quien ni siquiera creí que tendría vida más allá de un lente es tan misterioso, extraño y desaliñado pero sin duda de personalidad urbana. Como sea estoy consciente de que duró más que lo pudo ser en mi sueño. Y si se preguntan si valió la pena, la verdad es que no lo sé y espero sea una sorpresa.