viernes, julio 29

No es mi tinta derramada

PARTE 10


Va caminando por la acera y sus sandalias terminan por romperse, se para de golpe para arreglar el daño cuando Doña Alicia, quien iba reprendiendo a su hijo José por haber metido a su gato Arañazo en la casa del viejo Joaquín, choca con Susell (que en esa mañana ella es Eleonor) aventándola al puesto de mango de Misael quien acababa de crear a la pirámide más alta, curiosa y extrema de mangos que alguien con suficiente tiempo haya hecho, pero Eleonor termina derrumbándolas como una chuza perfecta; al caer, uno de los mangos sale disparado y golpea a Regina obligándola a tirar su paleta por el golpe.


Al ver la paleta tirada, Regina hace un gran berrinche y de nuevo comienza a llorar, haciendo que la migraña de su Madre Isabella se vea más pronunciada y así también su mal humor, que es reflejado en sus miradas con quien se le pusiera enfrente y en esta ocasión fue su esposo Rogelio, a quien se le ocurrió pasar por esa mirada, total que termina regañado por sus amoríos clandestinos que tuvo en su relación de novios que fue hace más de 5 años, Isabella camina con el seño fruncido y lo va acorralando hasta que Rogelio choca con una pirámide, no tan ostentosa pero bien arreglada de mangos, Misael (quien curiosamente traía vestigios de mango por todo su cabello) voltea totalmente molesto a reclamar por tal atrocidad, Isabella lo defiende, Regina sigue llorando, Doña Alicia acusa a la joven despeinada y todos comienzan a pelear.

Por fin llega a casa Eleonor y se hace una taza de café, se dirige a su cuarto para cambiarse de ropa y nota pintura roja sobre ella, no lo había notado porque no se veía mucho y al entrar ve a Rafael con botella en mano tendido en su cama y derramando una especie de tinta roja en el piso de madera.

En lapiz y papel

PARTE 9


No podía creerlo Don Joaquín, nuevamente aquella mujer de aspecto delicado, piel pálida pero con suficiente rubor natural y sin señas en el rostro de haber sido maquillado, de nuevo estuvo con él. ¿Qué cómo llegó? Esa era una pregunta que merodeaba por su mente, pero como la magia, entre menos sabes es mejor la actuación y no quieres otra cosa más que creerlo, aún sabiendo que hay algo detrás, pero que no resulta ser tan emocionante cuando conoces el truco; así que igual no le interesa mucho el averiguar.

Era temprano, el sol se asomaba sin permiso por la ventana, como un niño que juega a las escondidas y que de emoción no sabe como ocultarse y que su risa y la ansiedad terminan por delatar su escondite, así igual se encontraba en ese momento el sol quien al entrar, según él sigiloso, trata de esconderse en una pequeña nube solitaria, pero sus mismos rayos de sol lo terminan delatando y hacen que aquella joven comience a despertar.

El cansancio que siente Eleonor por su mala postura al dormir hace que decida estirar sus brazos, y al mismo tiempo su cuerpo en la cama sigue el mismo ritmo en sus movimientos, revoloteando su cuerpo haciéndola sentir placer por ese ritual de todas las mañanas.

Por fin despierta completamente y de lo primero que su mente se percata es del olor a gardenias que se dispersa por toda la habitación, el tan sólo sentir como entra por su cuerpo ese olor y el ver ese tono rojizo de la mañana la hace sentir tan viva, como un orgasmo, pero no sólo sentir el orgasmo sino tan hermoso como verlo; tan inexplicable, asombroso pero a la vez tan intenso como eso.

Apenas se recupera de disfrutarlo cuando observa la ventana abierta que deja ver las calles repletas de gente caminando y pasar por aquel lugar, se da cuenta que no es tan temprano y dirige su mirada hacia el reloj espantándose de lo rápido que se han movido las manecillas; así que se para rápidamente y se inclina un poco para husmear debajo de la cama y saca un baúl, lo hace un lado y saca a un gato, esperen ¿un gato? No importa, en ese momento no tenía tiempo para acariciarlo ni para preguntarse ¿Por qué un gato estaba debajo de la cama?

Por fin encuentra sus sandalias y se las pone de prisa aunque nota que han sido arañadas, no es tiempo de banalidades, pensó, seguro el gato hizo de las suyas, y salió rápido de la habitación tratando de no hacer mucho ruido, aunque su única prioridad era salir lo más pronto de ahí y responderse ¿cómo es que llego nuevamente a esa casa?, porque obviamente sabía que era de Don Joaquín pero no recordaba cómo fue que llego ahí.

Sigue caminando cuando por culpa de sus pensamientos casi cae por las escaleras, recupera el paso y baja rápidamente, está a punto de abrir la puerta cuando su nariz la obliga a buscar aquel olor de pan caliente y té de manzana servidos en la mesa. No dejaba de sorprenderse de tan agradables y coloridos olores que se percibían en aquella casa vieja, al voltear ahí estaba Don Joaquín esperándola y ella a punto de dejarse seducir por la comida en mesa reacciona por sus reflejos y voltea para darse cuenta que Lauren acaba de aparecer en la puerta, así que sale sin voltear atrás y con las mejillas sonrojadas por la pena.

martes, julio 19

Lamento decirles que esta bloguera comienza a perder la razón... se ha enamorado

¿De quién? ¿cómo qué de quién?, más bien ¿de qué? es la pregunta que estas buscando, últimanente ha desvariado, le piensa en todo momento, no sale de su cabeza, la insita a probar nuevos juegos y cada vez se vuelven más profundos e insistentes, es decir, siempre le ha deseado pero ahora es la pasión  lo que la mantiene cegada, ahora solo tiene deseo de poseerlas  y es tan fuerte que ahora se ha vuelto la amante fiel que no cuestiona y se entrega sin preguntar... Gracias a mis letras quienes son mi mejor amante.

viernes, julio 15

Sólo por un viernes…

PARTE 8

¡Cómo podría olvidarte Cleotilde!- reclamaba Don Joaquín a su propio reflejo, aquel espejo tirano que lo muestra con una mirada demacrada y arrugada, sino fuera él, seguro que no lo reconocería; trata de mover sus manos entumidas y pasarlas por su rostro, quiere recorrer cada una de sus arrugas y sentir aquella piel de cartón que no se humedecerá porque ya no puede derramar lagrimas, las últimas se las regalo a su querida Cleotilde en el momento en que sus parpados cayeron; mientras frunce el ceño para mirarse con más detalle, se da cuenta que ya no queda rastro de aquel joven que llegó a ser alguna vez, un soldado corpulento y bien parecido, con manos grandes y de carácter fuerte, que con tales características podía conseguirse a la mujer que quisiera de los pueblos a los que tenía que llegar y lo hizo.

Mientras descubría sus botellas de vino que Lauren le había escondido en su desván, miraba de reojo al enorme cuadro que tenía de Cleotilde, mujer de figura discreta y delgada, realmente sin muchas siluetas, en el cuadro se muestra con un vestido muy escotado que irónicamente no dejaba ver mucho, ella de piel pálida, con cabello recogido, lo suficiente para dejar ver esos enormes pendientes de azul turquesa que caen sobre su cuello, sus enormes ojos hacen juego con aquellos aretes y su boca alargada con deliciosos labios rojos. Su belleza no era común eso era lo que le hacía tan especial, pero mientras la miraba Susell aparecía en su mente, eran tan marcado su parecido a acepción de las delineadas siluetas, pero, ¿quién se fija en eso?

Ya estaba festejando su triunfo de por fin tomar unos cuantos tragos de su olvidado vino cuando escucha toques fuertes y desesperados sobre la puerta, con una enorme molestia se acerca murmurando palabrerías sobre quien estuviera a esas horas de la noche molestando a un anciano con enormes deseos de dar un gran trago a su extrañado pero no olvidado vino. Se escucha el sonido de los cerrojos abrirse y comienza el rechinido de la puerta que no termina de cantar, porque es parada por Susell, quien rápidamente pasa y cierra sin dudar la puerta, pareciera que huía de algún malhechor.

Don Joaquín se siente asombrado y desea hacer muchas preguntas, quisiera saber quién es el hombre con quien se frecuenta en las noches o que hace en esos momentos en su casa, pero no se atreve porque no pretende preguntar más de lo que le quieran decir y lo único que le interesa es ver a Susell frente a él.

Susell se ve más pálida que de costumbre, hay un poco de sudor sobre su rostro, su cabello se ve con otro tono más rojizo y su vestido es tan corto que deja ver con permiso a sus alargadas piernas, su respiración es tan agitada que deja ver el movimiento de sus pechos y los hace más pronunciados a la vista; camina un poco y trata de calmarse y lo primero que ve a su paso es una copa de vino, va directo hacia ella, Don Joaquín sólo la observa y mira como derrama un poco sobre su boca, quisiera que ese vino no se desperdiciara.

Se acerca Don Joaquín y la acompaña con unos tragos, no hay palabras, no quiere arruinar el momento y cuando por fin él iba a decir una palabra ella con arrebato se ríe, suelta una carcajada escandalosa pero no molesta, le pide una disculpa por haber entrado así, pero no podía seguir afuera mientras Rafael estuviera buscándola como un león buscando a su presa; no quiso decir más, se veía ansiosa. Cruzo la pierna a propósito porque sabía que Don Joaquín estaba mirando, ella es una mujer que le gusta ser observada y que cualquiera note su belleza, quiere ser deseada sólo por esa noche, sólo por ese viernes.

miércoles, julio 13

Días sin nombre

Era un lunes el cual se dejaba ver más hermoso que de costumbre, el clima fresco pero no tanto para llegar a ser frio, las nubes se esforzaban por hacer figuras divertidas para quienes pasearan por ahí (aún sabiendo que nadie se detendría o perdería el camión que los lleva al trabajo o sus deberes por apreciarlas y construir sus figuras) yo sin prisa ni deseos por llegar a mi destino me detuve y pude observar un elefante de trompa muy larga que seguía a un avión, las calles se encontraban limpias y húmedas por el aguacero de la madrugada y se dejaba percibir el olor de humedad y de rosas que lo contrarrestaban y hacían un olor más suave.

Pero para Juan, el de la otra cuadra, es un día típico como cualquier otro, quien como de costumbre sufre de la resaca insensata y terca que le hace pasar por el día anterior en que los tragos  de vodka cobran su precio y no lo dejan disfrutar la llegada de aquellos lunes; así que como es de esperarse de nuevo no podrá despertar temprano con deseos de conocer este nuevo día y qué necesidad de hacerlo, no tiene por qué, ya que a sus 29 años su madre aun trata de darle todo lo que ella no tuvo de joven.

Y Juana la hija de la molinera de la casa de al lado quien se despertó desde muy temprano por las nauseas que le ocasiona su embarazo, despierta horrorizada cada mañana por el exceso de peso que sufre por disfrutar aquellas golosinas combinadas con helado, que supuestamente su futuro hijo le exige y mientras ella sigue comiendo su hermana sigue una estricta dieta que cada día se le vuelve más difícil cumplir por las tentaciones a las que termina accediendo por culpa de las golosinas azucaradas que encuentra todos los lunes en la cocina. 

Qué decir de doña Concha, quien se pasea por las calles, cada mañana a la misma hora finge ir al mandado pero se fatiga rápidamente, así que es seguro que no avance más de dos cuadras, aunque ahora que lo recuerdo esta vez llegó hasta la casa de Estela con quién se detuvo a platicar de la novela del viernes y como no hacerlo, sí está vez sacaron escenas cada vez más descaradas y sin escrúpulos según lo que pude escuchar, aunque hubiera querido escuchar más, pero me detuve; en parte, para seguir escuchando su queja sobre la juventud de hoy en día pero que inexplicablemente su morbo y recuerdos de su juventud les obliga ver. Pero también me detuve para dejar avanzar a una pareja que se acaba de reconciliar y que en la mañana tuvieron un exhausto contacto en donde sólo uno llego al orgasmo y mientras iba camino a mi destino recordé que era lunes y me pregunté ¿Alguien hará algo especial en lunes?