Tengo miedo a regresar y defraudarlo nuevamente, cuanto lo
he pensado y añorado, pero no quiero fallarle, no a él que me ha dado tanto y
soportado todo sin reservas pero sí muy tortuosamente pues a cada instante
enmaraña mis pensamientos haciéndose presente.
He vuelto a él tras varias caídas, mucho recelo y tantas
ideas nuevas que me invaden y me hacen perderme en un mar de ideas para luego
abandonarlo, pero sin dudarlo sigue ahí, tan febril como siempre, con gran
interés y deseo, simplemente no me
exige, no reclama, sino que espera impacientemente pero que al fin aguarda.
Ya puedo sentir aquel abrazo que de lejos y sin vernos me da,
ese ardor que enciende mis entrañas con sólo pensarlo, el deseo amoroso de fundirme con él, alucinando tontamente y tomar
todo cuanto pueda de él, de una forma egoísta evitando dejar caer pizca alguna con
sombras de mi amado.
Es tan cruel y a la vez inmaculado, divino resplandor en mi
ser, sutil roce que tirita mi piel con sólo susurrarme, ¿pero es que no
entiendes cuanto me estremece? Y entonces seguramente te preguntas por qué lo
he abandonado, y no, no lo sé, es una inconsistencia mía que repugno y escupo pero que aún no he
podido arrancar.
Aun así me ama y yo a él, por ello le he propuesto volver,
envolverme en ese frenesí de calor, pero a la vez en sus dulces letras, porque
es mi todo, en él están mis fantasías y confesiones y sin tener que pedírselo lo
suelta en un secretos a voces exclamando todo sin pudor.
Tú mi fortaleza, mi delirio y flaqueza, mi todo, mi muy
querido buzón roto.
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