domingo, octubre 6

Y tu pregunta era...

¿Quién soy yo? Creo que esa no es la pregunta que deseabas hacer, pues quien sea tal vez no importe ya que ni yo lo recuerdo, aunque ahora que lo mencionas creo ver figuras en mi cabeza, cuadros que dejan ver lo que fui en ésta o en la que viene.

Digamos que simplemente mi nombre ha sido borrado pero no por el puño y letra de quien me escribió en aquella época en la que hablar era más fácil porque nadie conocía, ni de quien me dejó por aquella joven cabra que más que leche y queso sólo daba topes, ni mucho menos por quién jugó a ser joven; simplemente fui borrada por mis años, por nadie más que ellos.

Esos años en los que remendar era más fácil que encontrar marido, al menos un pinchazo de aguja me hacía sentir más viva, pero quién quería marido cuando de joven hasta me sobraban prospectos, de todo y para todo, unos viejos, unos jóvenes, con mulas y sin mulas, con años de experiencia e inexpertos, solitarios, casanovas, tercos pero los peores fueron los sumisos, esos que hacían hasta maromas por verme feliz, pero esos son los más peligrosos, déjame darte mi experiencia y mis años en ejemplo, esos, esos nada más quieren hacer creer que los controlas controlándote a ti.

Que te lo digan estas manos, que han lavado cientos de trapos y estos ojos que han llorado por ratos, pero ¿cuál era tu pregunta? Sí, es verdad, los años hacen perder la cordura, la juventud te cega y te hace perder la razón, es como estar alcoholizado, y el paso de los años es la cruda, bueno no me creas no lo sé de cierto porque nunca me he emborrachado ni en la fiesta de la vecina que por querer consentir a la hija le hizo tremenda fiesta con todo y ternero, de esos gordos y caros. Pero de qué le sirvió, si en el mero festejo que se le escapa la chamaca con el novio que hace 3 semanas conoció.

Estoy segura que fue en sábado, lo sé porque no olvidé que por hacerle compañía casi caigo con el carnicero que destazó al ternero, por suerte lo que tomé no fue mucho y eso me hizo no perder tanto la razón, si la cordura pero no la razón.

Quién soy, digamos que alguien que también le dijeron que uno venía a ser feliz y lo soy, en esencia aunque no tan bien formada como mi anterior figura, piernas flexibles, cuerpo un tanto contorsionista, uñas que rasguñaban hasta el mismo hueso y sí quizás sólo quede el tercio de un poco de aquello y un poco de lo otro, eso sí, sigo teniendo las mismas necesidades sólo que con más quehaceres.


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